sábado, 28 de noviembre de 2009

Hice con tu nombre un fetiche; ¡para repetirlo cada día.

Tú... si que tus nombres se volvieron proverbios, los mismos que me recuerdan el sinsabor de la sentencia. la que intento ahora con premura sacar de mi mente por segundos, que me dejen respirar, que me dejen vivir. Yazco en el purgatorio de mis pesares, de mis pedimentos, de los homicidios frustrados a mis quereres.

Reculo sobre como escribirle a los cardenales, a los santísimos, implorándoles el perdón de mis culpas, y se absuelva mi alma de la pena. Tú, que eres cardenal fausto, de vida, excúsame y devuélveme a la existencia, aunque llena de vicisitudes, pero igual de mis días.

Si las aguas pudieran correr al sentido contrario de la corriente, si los aires hicieran cesar las llamas y no las elevaran, si tu y yo… volví con mis “si” inconclusos, llenos de martirio, de dolor, de angustias.

He aquí la jungla, donde el salvajismo del amor me acorrala, y se empecina en volverme nada.

No permitas que se vuelvan amarillas las páginas del libro de nuestras vidas, haz de lo efímero un plagio de lo perpetuo y conviértenos en maestros de instantes eternos.

te contare lo que yo siempre he deseado que seas, aun en el acabose de este idilio; el ave que vuela, la luna llena, el susurro del silencio, el secreto de lo contado, la manta que arrope lo helado, la sustancia de la verdad, la ganancia de la mentira.

jure hacer de tus manos un poema, de tus ojos una cancion, de tu cuerpo entero una epopeya. todo lo logre, y se desvanecio. solo me quedo en el jeans un fetiche, una aficcion hacia todo lo que tu nombre lleve impreso, por mas que he intentado deslastrarme de lo concebido por tu grandeza, la omnipotencia de tus tatuajes en mi piel, de lo amado, de lo querido, de lo deseado, pudo, no se contuvo y logro quedarse.

cuando despierto del ensueño y se que solo eres un suspiro de mi imaginación perversa, cuando descubro que no puedo ser el asesino de mis propios sentimientos, cuando me rebelo contra lo que yo mismo cree sin causa, cuando se que aunque el viento, según la canción, serás para mi, y no es así… decaigo, como las aguas del santo ángel entre tanta inmensidad, choco contra mis propios desatinos y como el fénix renazco en la esperanza de verte, de olerte, de seguir queriéndote.

He allí, en ese momento memorable donde entiendo que serás mi mayor anhelo, mi mas maquiavélico deseo, mi amor utópico, mi meta por alcanzar, mi sueño por cumplir, la octava estrella del cielo, el tren de las diez, la ilusión del mañana… te tendré en mi ceño, fruncido por tu recuerdo, para repetirte cotidianamente, extasiándome en lo que fue, en lo que pudo ser, en lo que solo tu, sin esperarlo, puedas entregarme.

Ya de mi, todo lo que he podido, te he entregado, mi alma lleva tus iniciales grabadas, mi espíritu enarbola una bandera con tu faz, mi cuerpo se estremece con el sonido de tu voz, yo completamente te regalo mis días del calendario, mis sucursales del triunfo, mi baúl de los secretos, mis entrañadas pasiones, mi corazón que ahora se confunde con las llaves que cargas en tu bolsillo.

hoy, con este frío de enero, insisto en que te deseo con frenesí encantado... mientras que tu con los crepúsculos derribas los epitafios de mi desamor, colmándose este sentir con la distancia de más vida...tu sigue recorriendo con atino el sendero de tu existencia… y sigue brillando para todos quienes te rodeamos: aunque mañana no me veas, sigue sonriendo, yo estaré viéndote en silencio, con asertivo mimetismo, amándote, y siendo feliz por esa mirada, por esa sonrisa que minuto a minuto me enamora.


Juan Eduardo Salazar. Ccs; 18-12-2008

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